REVISIÓN JUDICIAL MARGINAL



Tercera Carta Abierta a nuestros Magistrados

EL GENERAL ESTADOUNIDENSE Wesley Clark sugirió recientemente internar a los ciudadanos radicalizados en campamentos de concentración. Esto no es fantasía. Busca en Google: ‘Wesley Clark Internment Camps’ y encontrará el clip en Youtube. Dijo esto en el contexto de la Guerra contra el Terrorismo.

Asumimos que realmente no sugirió que personas desempleados también se ‘radicalizaron’, aunque eso era uno de los ejemplos que mencionó. En el contexto de lo que dijo, probablemente se refirió a las personas que no son ‘leales’. Durante el tiempo del conflicto, dijo Wesley Clark, estas personas deben ser encerradas en campamentos. Clark también pidió a los aliados de los Estados Unidos, es decir el Reino Unido, Alemania y Francia, que comiencen a prepararse para esto.

GRACIAS A DIOS, él no mencionó a Holanda. Pero Holanda como un Estado-Miembro de la OTAN también está implicado militarmente en la lucha contra ISIS. ¿Por lo tanto, estamos hablando de campamentos de concentración en Holanda también?

¿En qué clase de vaina caímos? Se puede oír claramente el eco de la Segunda Guerra Mundial. En Bonaire existía un campamento así. Todos los alemanes residentes en las Antillas fueron internados allí durante la Segunda Guerra Mundial. Después de la guerra, algunos se quedaron en Bonaire y ayudaron a reconstruir nuestra comunidad.

QUÉ PASARÁ no sabemos. Pero una tremenda explosión global es probable. Quizás todavía podemos hacer algo para evitarla. Pero no espere NADA de la política. Dinero y el poder han enredado la política a tal grado, que los políticos no pueden actuar más eficazmente. De hecho, fue la política que creó en primer lugar el problema. Por eso, el poder judicial es el único poder estatal que queda que quizás pudiera hacer algo todavía.

Pero para hacerlo la doctrina de la ‘Revisión Judicial Marginal’ tiene que ser desechado. En pocas palabras, esta doctrina significa que el Corte, salvo casos extremos, no debe dictar contra el gobierno. Y en casos con un toque político el Corte de hecho casi nunca lo hace. Por lo tanto, casos de derechos humanos que pueden tener consecuencias políticas, casi siempre son rechazados. El juez lava las manos. No es su asunto.

EL CORTE se defiende señalando que los jueces no fueron elegidos democráticamente. Por lo tanto, no tienen legitimidad para intervenir en la política. Tal vez esta excusa era válida hace 25 años, porque todavía tuvimos democracia en aquel entonces. Pero mientras tanto la democracia ha sido demolida sistemáticamente. Y podemos decir que la demolición sucedió bajo la atenta mirada del propio poder judicial, porque los jueces la permitieron negando consistentemente involucrarse políticamente!

También considere esto. El Corte es una parte integral de la democracia. Los jueces son nombrados democráticamente por el pueblo mediante sus representantes elegidos. Fueron nombrados específicamente para determinar lo que es Justo y Equitativo en todos los casos sometidos a ellos. El trabajo del Corte no es para legislar o gobernar. Eso es el dominio de la política. Trabajo del Corte es para dictar lo Justo. Y para hacer eso, la Ley Natural y los derechos humanos deben ser respetados. No hay ley que prohíbe que el Corte haga eso. Al contrario, la Constitución ordena el Corte hacer eso. Por lo tanto, el argumento que el Corte no es legitimado para dictar lo Justo en casos políticos simplemente no es cierto!

PERO EL PROBLEMA es que la Revisión Judicial aplicada por el Corte siempre ha sido hecho en una forma marginal en todos los casos, políticos o no. Muy marginal. Y es por ello que ahora otra vez oímos el eco de la Segunda Guerra Mundial: campamentos de concentración y la Declaración de Lealtad de 1943! Mirando esta realidad, el Corte ya no debe ser retraído. No hay ninguna otra institución de gobierno que tiene el poder estatal necesario de poder intervenir políticamente. El pueblo solamente puede tragar o rebelear. Pero quizás el Corte todavía puede hacer algo para detener la marea.

Uno de los escritores que expresó una advertencia clara muchos años antes de la Segunda Guerra Mundial, fue el Inglés Aldous Huxley. Sin embargo, nadie no le escuchó, a pesar de que los intelectuales en muchos países leían sus libros. ¿Pues creo yo entonces ahora ser capaz de persuadir a nuestros jueces? Francamente, no espero nada. Sólo puedo decir que voy a probar.

Bonaire, 11 de agosto de 2015
Michiel Bijkerk, abogado